Perdonar no significa olvidar...

Perdonar es una de las herramientas más poderosas con la que contamos y muchas veces no resulta de fácil manejo. Perdonar no significa olvidar, mucho menos significa pretender que no dolió, pero sí significa que dejamos de permitir que esa pena controle nuestras vidas.

Nada más satisfactorio que la libertad, y aunque todos somos esclavos de algo aunque no lo notemos, debemos aprender a gestionar todo aquello que nos ata y nos limita. Cualquier rencor, culpa, odio, resentimiento, que alberguemos en nuestro corazón sin poderlo transformar en energía positiva, tendrá el poder siempre de llevarnos allí y generarnos las veces que lo permitamos todas las emociones negativas que ronden ese recuerdo: rabia, ira, tristeza, desolación, sensación de abandono, frustración, etc…
Cualquier pensamiento que nos ronde por la cabeza y nos genere una emoción negativa debe ser traído a la luz, debe ser transmutado, sin rechazo, sin darle mucho protagonismo, solo validando por qué nos afecta de una manera determinada y tomando las acciones que nos permitan sanar.
La sanación es una decisión, depende de un trabajo que debe partir de cada uno, pero puede ser inclusive guiado por un especialista, que nos ayude a ver lo que para nosotros pueda no ser evidente. Pero de cualquier manera el darnos cuenta de que algo nos está afectando, que algo que inclusive no sabemos identificar nos daña y nos limita, es el primer paso en la búsqueda del bienestar.
El estar aferrados a un mal recuerdo, al rencor propio de una herida no sanada, no nos permite ocupar nuestro corazón con otros sentimientos que nos nutran, debemos sacar todo lo que nos pese y definitivamente un perdón que tengamos pendiente, puede ser una de las cosas que más generen carga en nuestro ser.
Muchas veces no se trata de otra persona, sino de nosotros mismos, no sabemos perdonar haber hecho las cosas de una manera en particular, no sabemos perdonarnos el no haber tomado riesgos, o haberlos tomado y que los resultados distaran de lo que deseábamos, no sabemos perdonarnos decisiones, acciones, omisiones y no terminamos de aceptarnos, con nuestros aciertos y desaciertos y cuando esto ocurre, viene una cadena de acontecimientos indeseables asociados a nuestros criterios de merecimiento, que se vuelven cada vez más duros con nosotros mismos.
Aprendamos a perdonar, a liberar, a aceptar y a fluir con cualquier circunstancia, aprendamos a no mirar tanto hacia atrás y a engancharnos justo en lo que nos duele, si vamos a mirar hacia atrás que sea con la capacidad de regresar sin abrir las heridas que se generaron en el pasado, de manera práctica y no torturante para nuestra existencia. El perdón es una llave que nos permite abrir puertas sin resultar heridos, atesoremos esa llave y aprendamos a utilizarla.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario